miércoles, 8 de mayo de 2013

Reforma Financiera. El adéndum del nuevo efecto tequila.

Vía @Serxiuxo


Luis Videgaray se encargó de todos aquellos temores del PAN-PRD sobre el #PactoPorMéxico, hizo una llamada desde el avión presidencial, así la cosa. Finalmente, todas las fracciones se dieron la mano y establecieron un adéndum para impulsar el diálogo y calmar el sospechosismo sobre el desvío de recursos de programas sociales para financiar campañas. 

La reforma financiera tuvo que esperar hasta el mediodía de hoy, miércoles 8 de Mayo, para dar a luz porque, pues, la oposición del Senado había interrumpido las negociaciones con el gobierno federal. Peña Nieto planeó presentar la iniciativa en la pasada Convención Bancaria en Acapulco, aunque el cese del diálogo sirvió para definir la postura de los principales banqueros del país. 

Javier Arrigunaga, director de Grupo Financiero Banamex, expresó su apoyo a la reforma estructural de Peña Nieto. La inexperiencia e informalidad del gobierno federal, que en varias ocasiones le ha provocado crisis y chismeríos, no gusta a los grandes banqueros que se toman las cosas con más seriedad. Durante la Convención, señaló que es la falta de compromiso de las instituciones financieras lo que aleja a la gente de los bancos para solicitar líneas crediticias. 

A su vez, Videgaray, el hombre más sensato del gabinete, alzó la voz una vez más para rescatar de un embrollo al presidente. Precisó, vaya, que la reforma no es una cosa de conflicto con los bancos sino, por el contrario, de colaboración para capitalizarlos. El corazón de ésta, la jodida reforma financiera, es reestructurar el marco judicial para que las instituciones bancarias recuperen los préstamos con garantías e intervención del gobierno. 

La reforma financiera, mediante 14 decretos, modificará 38 leyes como preámbulo a la reforma fiscal; es inminente. 

Aquella lastimosa crisis del 94, provocada por falta de fondos internacionales, fue causa y efecto de graves errores y mal calculadas políticas públicas, el efecto tequila. Clinton solicitó al Congreso estadounidense un crédito por 20 mil millones de dólares para México; las consecuencias de una moneda sobrevalorada, gigantescos déficits del sector público y la dependencia de la intervención del gobierno, desarrollaron una tremenda crisis que condujo a nuestro país al mayor declive económico registrado desde la Gran Depresión, con una caída de 6.2% del PIB. Por supuesto, a Salinas de Gortari le valió gorro todo; preocupado por llegar a la dirección general de la Organización Mundial de Comercio y no realizar ajustes suficientes para contrarrestar la crisis económica, dejo a Ernesto Zedillo una única salida, la devaluación del peso que alejó, política y kilométricamente, a la inversión extranjera. 

Durante el salinismo, los acreedores se volvieron inversionistas anónimos que cobraban intereses a través de enormes fondos de inversión. Esa deuda hacía imposible la renegociación con las facilidades que había ofrecido la banca comercial. Luego, se abrió la puerta para que las tesorerías de las principales empresas estadunidenses acudieran a los mercados mexicanos en busca de títulos financieros, los chingados Tesobonos que primero estuvieron denominados en pesos, garantizados por el gobierno mexicano, y después se habrían de convertir a dólares. La inseguridad del país, y los hábitos pornográficos de la especulación económica, disminuyeron la inversión, desapareciendo prácticamente las reservas financieras. 

El acceso a créditos con el cobijo del gobierno federal, sin mesura ética, nos puede llevar a todos al carajo. 

Compromiso 62 del pacto PRD-PAN-PRI para la presentación de la reforma, “se fortalecerá la banca de desarrollo para ampliar el crédito, con especial énfasis en áreas prioritarias para el desarrollo nacional como la infraestructura, las pequeñas y medianas empresas…”. Vaya, pues.

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