lunes, 25 de febrero de 2013

Librero en la Feria del Libro.

Vía Redacción Librero.


La Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería llegó a su XXIV edición. 

En el corazón de la Ciudad de México, a la sombra que la estatua de “El Caballito” comparte desde la acera de enfrente, se inauguró, sin tropiezos de campaña ni preguntas incómodas sobre lecturas que han marcado la vida de los invitados, una edición más del ya tradicional, y más importante, bazar de libros del país. Uno de los principales ejes de la Feria es su programa de alta valía como, por ejemplo, las jornadas juveniles, presentaciones de reconocidísimos autores, conferencias magistrales y talleres infantiles, entre otros. 

Este año, una de las principales actividades es el reconocimiento al dramaturgo estadounidense Eugene O´ Neill, nobel* y cuatro veces ganador del Pullitzer. Destacan la participación de Jis y Trino, los talentosísimos creadores de “Santos contra La Tetona Mendoza” y, quizás el evento más esperado, la presentación del libro “Wikileaks en México” con un enlace en vivo de Julian Assange. 

La UNAM ha hecho un gran esfuerzo, generación tras generación, para la promoción, fomento y desarrollo de la lectura en el país; su fondo editorial es muy rico y extenso, así como también lo es su experiencia para coadyuvar a la organización de eventos, ferias, exposiciones y otro tipo de actividades a favor de la lectura. En radio UNAM (860 AM), a través del sitio http://ow.ly/i2yn1 o Twitter (@ferialibros), podrán seguir los distintos eventos programados en el marco de la Feria hasta el próximo 4 de marzo, día de clausura. 

Es irreductiblemente importante que nuestra niñez lea. Nuestro desentendimiento y lejanía con la lectura, a nivel nacional e históricamente, es sumamente alarmante. Es difícil incentivar a nuestras nuevas generaciones a que participen profesionalmente en oficios y actividades de divulgación, comunicación social, periodismo y otros campos disciplinarios como la Literatura, Sociología, Historia o Economía, por citar algunos, a través de la expresión escrita si no se fomenta el hábito de lectura. Cuando nuestros infantes no leen, pues, tampoco les llama la escritura. Hagamos Patria, tomemos un libro.

*Nobel, el premio; nobel, la persona galardonada.

















jueves, 21 de febrero de 2013

El oscuro priísmo: Breve bosquejo de su cúpula y militancia.

Vía @Serxiuxo


Carlos Hank González llegó como maestro rural a Atlacomulco, Estado de México, algún día de 1945 y, rápidamente, ofreció sus servicios a don Maximino Montiel Olmos y sus colaboradores, Filiberto Gómez Díaz, Carlos Riva Palacio, Wenceslao Labra y los hermanos Abundio. El vínculo entre las familias Hank y Montiel fue irreductible y el arraigo, de alcances inefables; tiempo después, se sumaría también el apellido Madrazo. Hank González, entonces director de Conasupo (1962-1969), bautizó a Tulio Montiel Cordero, hijo de Nicolás Montiel Flores, es decir, nieto de don Maximino. 

Y así comenzaba uno de los capítulos más oscuros que el priísmo le ha brindado al país. 

Finalmente, la élite priísta fue adaptándose al ambiente, entretejiendo una relación simbiótica con el quehacer político. Se especializaron en forjar y mal educar generaciones de militantes en todos los escalafones y roles que la administración pública requería. Se volvieron, pues, expertos en estructura y estrategia. Para mediados de los 60´s habían ocupado cerca del 80% de la función pública: secretarías, órganos de gobierno, departamentos, procuradurías. 

La miseria y el fanatismo de los colectivos fue muy bien explotada en la cúpula por los cultos y poderosos del PRI. Llamaron “mal vestidos” a la militancia de base, los que nunca han gozado de vínculos familiares, compadrazgo o prerrogativas pero, sin duda, son parte fundamental del priísmo. El PRI no se ha engrandecido frente a su oposición por la lucidez o transparencia de sus actos, instrumentos y acción pública, no necesariamente; sus porros, pues, han venido desempeñando un papel insustituible para el partido. 

Hagamos memoria. 

1952, Alameda Central; 1960, Chilpancingo; 1962, Xochicalco; 1967, Atoyac; 1968, Tezopaco; 1968, Tlatelolco; 1975, San Ignacio Río Muerto; 1994, Ocosingo; 1995, Aguas Blancas; 1997, Acteal; 2000, UNAM; 2006, Atenco; 2012, campañas sucias.

Noviembre

Vía @Serxiuxo

Noviembre.

Por Sergio Fernández.

Me guardo el frío, mujer,
si tu espalda callada
que a mis manos sabe,
no encuentra mi celo.

Escucho el color de tu voz
que ilumina, ¡gracias que ilumina!,
la oscura irremediable,
un día más que se nos fuga.

Un canto, mi niña,
como aprendiz de tu pecho
rompe la tregua
en la quietud de tu aire

un hábito como el café
tu figura revive
el acorde pendiente vivaz
de quien sueña en Otoño.

Despide las ofrendas y jolgorios de noviembre
que de papel picado, pan, memorias
y olor a frutas del canasto de mimbre
guardamos las risas y el olor sin irse de sus días.

Despide una luna más de noviembre,
la noche exhausta de frio
con nuestra piel en guardia que, siempre,
siempre, redime el misterio.

lunes, 18 de febrero de 2013

Niño Verde mal portado.

Vía @Serxiuxo.

El senador don Jorge Emilio González, “El niño verde”, que fuera detenido por el operativo “Conduce sin alcohol”, el pasado fin de semana, en su vehículo Mercedes Benz E500 blindado, año 2011, placas de circulación 224 XSS, y se negara a realizar la prueba de alcoholemia amedrentando, junto con sus escoltas, al personal de seguridad pública a los cuales, además de todo, les diera un nombre falso. Finalmente, fue remitido al Torito donde, tras de 6 horas cumplidas, saliera libre con un amparo. 

Aquí, vía REPUVE, los datos de su costoso vehículo que fuera puesto a disposición de las autoridades


Periodismo para fanáticos, módulo I.

Vía @Serxiuxo


Pocos oficios y profesiones son tan peligrosas de ejercer en el país como los referentes a la comunicación y el periodismo. Ahora resulta, pues, que las líneas de información están supeditadas a una corriente, un movimiento social o un estrato, generalmente a la cúpula económica y política, o a un grupo de fanáticos. 

Recientemente, la DEA dio a conocer al enemigo público número uno en Chicago, no se declaraba uno hacía más de 80 años, “El Chapo” Guzmán, la cabeza del Cartel del Golfo que saliera de Puente Grande en un carro de lavandería cuando Estados Unidos anunciara la extradición de narcotraficantes, allá en 2001, y cuya fortuna, actualmente, es incalculable; algunos expertos la estiman en mil millones de dólares, otros en un billón de éstos. 

Muchos escalafones más abajo, y en el sentido opuesto de las cosas, están los diputados, senadores, presidentes municipales, gobernadores preciosos, jueces, ministros, y cualquier funcionario o servidor público, de cualquiera de los tres niveles de gobierno, que utilizan el fuero político como excusa e instrumento para el tráfico de influencias, entre otras cosas; por ejemplo, el senador don Jorge Emilio González, “El niño verde”, que fuera detenido por el operativo “Conduce sin alcohol”, el pasado fin de semana, en su vehículo Mercedes Benz E500 blindado, año 2011, placas de circulación 224 XSS, y se negara a realizar la prueba de alcoholemia amedrentando, junto con sus escoltas, al personal de seguridad pública a los cuales, además de todo, les diera un nombre falso. Finalmente, fue remitido al Torito donde, tras de 6 horas cumplidas, saliera libre con un amparo. 

Y así, pues, los casos de impunidad para políticos, empresarios y narcotraficantes son innumerables, en verdad muchísimos. 

Sin embargo, los casos de justicia ciega para los encargados de difundir la información pública, a través de la comunicación social y el periodismo, que han sido violentados o violados sus derechos y garantías individuales por parte de los actores antes mencionados, son mayoría. Lidia Cacho, y un millar más, por ejemplo. 

La vida pública y el edificio social, y sus instituciones, además de ser comprendidas y conceptualizadas de maneras distintas por cada actor pero generalmente similares en cada estrato, ofrecen, también, distintas prerrogativas entre cada un ellos; insisto, las más para las cúpulas. Se juega en ligas diferentes, pues, cada vez más distanciadas unas de las otras. En la ligas menores donde algunos servidores públicos juegan, en las intermedias donde algunos diputados, senadores y ministros juegan, así como en las mayores donde algunos gobernadores, capos y empresarios también juegan, se entiende, y conviene desde luego, la información pública de una manera que no es como se entiende en las ligas amateurs. 

Entonces, el manejo y divulgación de la información, aunque formal y crítica sea, en los medios amateurs como los blogs, comunicadores independientes y otros, son puntualmente enfocados a un sector que no pueda molestar o, de lo contrario, se convertirá en un recurso sumamente peligroso para quien la haga pública. 

No quedan muchas alternativas para el periodista promedio, ni para el profesional tampoco. Es sumamente complicado mantenerse sobre sus propias líneas de principios éticos e ideológicos con tantos agentes contaminantes y degradantes a su alrededor. El término vendido es tan común entre los fanáticos que recurren a la ofensa para elaborar críticas a los editores o comunicadores con los que su panfleto no coincide. 

Me parece que tal cosa, el periodismo para fanáticos, además de las grandes cúpulas que fragmentan y limitan la labor del comunicador, es un segundo lío. Si no se insulta, agrede o critica con descalificativos a un político, hecho social o movimiento que no empate con los ideales del fanático, o un grupo de ellos, entonces el comunicador es un pinche vendido arrastrado. Qué cosa.

jueves, 14 de febrero de 2013

El antisemitismo jalifista.


Vía @Serxiuxo


Don Alfredo Jalife-Rahme, columnista de La Jornada y, según él, académico de la UNAM, doctor y nobel, sabrá alguien de qué cosa, ha insultado y provocado, de manera recurrente y vulgar, a muchos periodistas en redes sociales. Los intercambios altisonantes más escandalosos en Twitter, su medio preferido, han sido con Enrique Krauze, Carlos Loret de Mola, Jorge Castañeda y, recientemente, Federico Arreola. 

El señor Jalife también se ha metido en muchos líos con la comunidad sionista del país, sus objetivos de agresión son principalmente los empresarios judíos a los que califica “encubridores de la banca israelí”. 

A continuación cito fragmentos de un texto que, en defensa propia, publicara don Jalife: 

No soy israelí, ni sionista, ni su clon, por lo que lamento no coincidir con su cosmogonía sectaria, por más respetable o repelente que sea. Tampoco colaboro para Televisa (donde Enrique Krauze Kleinbort alardea manejar la lista de colaboradores y su contenido) ni escribo para The Jerusalem Post, sino para un periódico plural, como La Jornada, donde a la mayoría de las comunidades libanesa y árabe tampoco le gusta (sin hacer tanta alharaca) las opiniones de Frank Hoeflich, Kraus Weisman y Krauze Kleinbrot, defensores a ultranza de ese Israel, al que no se le debe tocar y a cuyos grupos sionistas se les indultan sus crímenes acumulados desde hace 61 años. 

No puedo ser “antisemita” porque soy triplemente semita (ver Bajo la Lupa, 14/5/08). ¿Sabrán qué significa científica y lingüísticamente “semita”, que expropian sin miramientos y que quiere decir “perteneciente a los pueblos árabes (sic) y hebreos” (Diccionario de la lengua española)? 

Especialista mexicano en asuntos internacionales. Autor de varios libros sobre los síntomas indeseables de la mundialización. Colabora dos veces por semana en el diario mexicano La Jornada.” (Fuente: http://chemtrailsevilla.wordpress.com/2009/01/29/bajo-la-lupa-%C2%BFsere-%C2%ABantisemita%C2%BB-en-verdad/#more-927). 

¿Recuerdan sus clases de Sociología y Economía Política? ¿Recuerdan la “Ética protestante y el espíritu del capitalismo” de Max Weber? Texto sobre el calvinismo protestante que, en palabras propias de los precursores de la Sociología alemana, nunca quiso enfrentarse, al menos teóricamente, con el materialismo histórico marxista y que definió al espíritu del capitalismo como los hábitos que favorecen el comportamiento racional para lograr el éxito económico. También, en “Economía y Sociedad”, Weber define sus propias categorías de la Sociología comprensiva y las herramientas y preceptos de la actividad social y la conducta a partir de la acción. 

Toda la obra de Weber es fundamental y orgánicamente antisemita, no sólo redujo la metodología del materialismo marxista sino que contribuyó con abundantes herramientas, una tras otra, a la conceptualización de lo espiritual como agente subordinante, o subordinado, de la actividad económica. Pensaba, pues, que la comunidad judía, debido a su orden espiritual, tiene una concepción distinta de las esferas políticas y económicas y, por tanto, habrían de participar, históricamente, en menor proporción en las capas ilustradas de la industria. Así, diferenció el acercamiento de la comunidad judía y católica, respecto a la protestante, y la sustancia de las relaciones de trabajo entre estas, con las actividades económicas exitosas a partir de las capacidades de trabajo e inclinaciones donde, según el autor alemán, serían los protestantes los que escalarían los puestos superiores del proletariado ilustrado y de la burocracia industrial hacia el progreso económico. 

Las posturas antisemitas de don Alfredo no son sólo una vacilada para perder su tiempo, y el de sus adversarios, con sus insultos ya que, y me extraña de su cobijo por La Jornada, ofende no sólo a los principios judíos sino que predica un legado extremista y caduco que ha venido navegando sobre las aguas del espíritu weberiano que bien jodido es, aunque Alfredo no sea protestante y se defina triplemente semita. Su crítica a lo que él mismo llama israelocentrismo que, según entiendo, es la autodefensa semita del sistema financiero israelí, conserva aquellos fundamentos y líos epistemológicos de una causa protestante en fragua que, si bien se ha adherido a otras corrientes políticas y religiosas, incluso propiamente semitas, es un instrumento muy agresivo y retrógrada para elaborar una opinión sobre los aspectos de la economía política israelí y el periodismo judío.


martes, 12 de febrero de 2013

Inicia la temporada 2013 de El lago de los cisnes



Este Lunes, 11 de Febrero, inició la venta de boletos para la nueva temporada del espectáculo dancístico “El lago de los cisnes” que se mantendrá en escena del 1 al 31 de marzo. La poca difusión fuera del medio de la danza, la falta de recursos y, hay que mencionarlo, el desánimo del citadino promedio de rozarse con actividades y espectáculos de las bellas artes, a pesar del consolidado legado que Sigfrido y Odette han dejado al público, particularmente defeño, en el bosque de Chapultepec por varios años, ha venido dificultando la propaganda adecuada para los pupilos de Sylvie Reynaud.

El acceso será sumamente accesible con precios desde los 161 a los 219 pesos, vía Ticketmaster. La Compañía Nacional de Danza (CND) del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) garantiza calidad y una velada muy agradable para los espectadores; en realidad, un evento imperdible. Así, estamos todos invitados al ballet de Tchaikovski que, bajo la polución del espeso manto nocturno de la ciudad, entre las intimidades del lago, promete dejarnos con un buen sabor de boca.

lunes, 11 de febrero de 2013

Rincones del País

vía @pollitzu1390













Escaparate fotográfico

vía @pollitzu1390











Santas vacantes.

vía @Serxiuxo


El papa Benedicto XVI presentó hoy su renuncia al Pontificado. 

A partir del 28 de Febrero, una vez que Joseph Ratzinger anunciara la noticia durante una misa en el Vaticano, la sede de Roma quedará vacante. El papa de 85 años de edad agrego qué "para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado". Sabrá dios qué cosa quiso decir. 

Y es que desde 1294 no renunciaba un papa a su cargo. Celestino V fue el último pontífice que consumara su retiro voluntario; prófugo y refugiado en una celda en Montagne del Morron tras los hechos, en los Apeninos italianos, fue perseguido por Bonifacio VII, su sucesor, y finalmente detenido, sometido a juicio y encarcelado en Fumone, Lazio, donde fallecería tras 10 meses de encarcelamiento. 

La última vez que un papa desertara, pues, no resultó muy bien. Tratándose de la Iglesia Católica, la institución más longeva y tradicional de la historia del hombre, algo se les ocurrirá rápidamente para despejar malos pensamientos, ave María purísima. 

En las recientes décadas, en buena parte debido a los recursos informáticos y, por otro lado, producto del sospechosismo adquirido y las paranoias conspiratorias que siempre han merodeado al curioso, han surgido muchas dudas universales sobre las cosas que deben haber venido ocurriendo dentro del Vaticano. Las teorías van desde los vínculos de don Juan Pablo II con el ex presidente Ronald Reagan y la ex primera ministra Margaret Thatcher para derribar el muro de Berlín y avispar al comunismo, ese “fantasma” que recorrería Europa…, hasta especulaciones de que el Vaticano tiene acciones invertidas en empresas farmacéuticas que fabrican Viagra, qué cosa. 

Luego, surgen dudas. ¿Qué hace un papa retirado con tanto tiempo libre y culpas por cargar de la institución que presidió y con la que comulgará toda su vida? Mientras tanto, y se ajuste el protocolo de sucesión, quedamos con un pendiente inconmensurable. Lo que sí, porque ya nos hace mucha cosquilla, es la cosa de quiénes asomarán la mitra al público para esclarecer la corrupción, abusos sexuales y pedofilia que siempre, y también como fantasma, ha recorrido el Vaticano, Roma y el mundo.







domingo, 10 de febrero de 2013

Pónganle nombre a la imagen

vía @Serxiuxo


¿El último capítulo del Pemexgate? Segunda parte.

@Serxiuxo

Ya suman más de 35 las personas fallecidas por la explosión del edificio B2 del complejo administrativo de PEMEX, el pasado 31 de Enero en Marina Nacional, 18 aún continúan hospitalizados.

Ya, también, pidió don Osorio Chong, Secretario de Gobernación, no especular. 

Ahora resulta que los ciudadanos que nos preguntamos qué sucedió en el anexo de la Torre de Pemex debemos esperar las versiones oficiales para opinar públicamente. 

En la primera parte de esta nota planteé un problema de la parcial privatización, y suscribo un fragmento: “A estas alturas, si PEMEX es administrado con capital extranjero, o no, es otro tema y es más bien un debate nacionalista infinito, un tanto republicano. El lío no es quién, o en qué partes, se asuma la gerencia sino la incapacidad e inoperancia del gobierno federal, y sus programas de inversión, para hacerlo. 

… no es el eje del problema en quiénes o cómo, al menos estratégicamente no porque moralmente sí, queden repartidas las decisiones sobre la tutela de PEMEX, ni en cuántas partes se haga, sino los residuos y consecuencias que generará la delegación de operatividad a la industria privada… Ya el otro tema, el más importante, será el desempleo.” 

Y es que la delegación de funciones tan delicadas a los contratistas y prestadores de servicio privados como lo son el análisis e integridad de instalaciones, ya sea industriales o administrativas, genera un alto riesgo de seguridad y mantenimiento por la falta de capacitación del personal con el que, y cabe destacar, sí cuentan los empleados de PEMEX. 

El tema viene girando sobre un pequeño círculo de dudas, y sobre una pequeña cúpula de políticos y empresarios también. El capital privado no es malo para las empresas paraestatales, no si coadyuvan a sostener su autonomía. Sin embargo, el capital privado extranjero no promoverá la reinversión local de las ganancias y es que, vuelvo a suscribir un fragmento de la primera parte de esta nota, “Es del sector energético de dónde el país obtiene la mayor parte de sus ingresos y, por tanto, es el mayor peso que equilibra las amortizaciones de la deuda externa en la balanza de pagos.” 

El lío es, entonces, la inoperancia de la función pública para administrar PEMEX y su temor para inyectar recursos del erario porque, chingao, fuerza de trabajo la hay, transparencia y capacidad no. 

Esperemos, pues, el resultados definitivos de las averiguaciones sobre lo sucedido. Mientras tanto, los ciudadanos comunes que padecemos del síndrome del sospechosismo adquirido, y los familiares de las víctimas, estamos pendientes.

Listos los 16vos de Final de la Champions League

vía @Serxiuxo

Así se jugarán, tras el sorteo efectuado el 20 de Diciembre de 2012, los 16vos de final del mejor y de mayor audiencia campeonato de clubes del mundo, la UEFA Champions League:


Destacan el Real Madrid vs Manchester United a jugarse la ida el 12 de Febrero a las 20:45, hora de Madrid, en el Santiago Bernabeu, y la vuelta el 5 de Marzo a las 19:45, hora de Manchester, en "El Teatro de los Sueños". Interesante duelo de estrategias ofensivas encabezadas por el portugués Cristiano Ronaldo y el talentoso holandés Robin van Persie. Será un revulsivo indispensable para los merengues que requieren nivelar con su futbol, y afición, la confianza perdida tras alejarse cada jornada de la liga.

En otros compromisos interesantes, y de suma tradición europea, se enfrentarán Barcelona vs Milán y Arsenal vs Bayern Munich.

Los fragmentos de la izquierda. (Texto revisado y corregido)

vía @Serxiuxo

La clase política ha venido utilizando últimamente las redes sociales como instrumento de difusión masiva, los tres partidos que encabezan la cúpula política cuentan con especialistas comandando casas de concentración, con un número importante de usuarios en Twitter y Facebook, contraponiendo o impulsando, desmintiendo o acertando los residuos de campaña, las notas malas y buenas que los actores políticos obtienen todos los dias

Hay un centro muy activo, el PRI. A la derecha, la ultraderecha panista y, sin emancipación, a la izquierda, desde luego, una izquierda fragmentada.

En textos anteriores he expuesto una tesis sobre el desarrollo de la izquierda mexicana que no encuentra su filiación, que ha sido sesgada, y utilitaria, en oposición y resistencia a la derecha. La respuesta de la izquierda institucional, la partidista pues, a los grandes hechos sociales causados por el centro o la derecha política, no ha terminado de concentrar sus propias causas en sí misma y, más bien, ha venido ensayando en los últimos años, modelos de cohesión y sentidos de pertenencia a su propia estructura.

Me son incomprensibles los hábitos y la balística diestra, me es inefable y complejo pasar el bocado del conservadurismo, la abstinencia a los procesos de movilidad social, el inamovible, impenetrable y ambiguo muro político de la derecha, y su infinita grieta perfectamente ocupada por el centro político, ese, el de las viejas instituciones y el paternalismo puro y recesivo, el de la estructuralización, formalización y desfragmentación de los residuos de la gran conmoción histórica. El centro es la antítesis misma de los conceptos de adecuación, ambientación y sustentabilidad del cauce político y lo son, del mismo modo, demagógicos, burdos y rígidos, sus principios fundamentales, y sus medios y formas de ejecución política, que el de los diestros.

La derecha y el centro se han enriquecido de los recursos políticos, periodísticos, económicos y electorales, derrochados por la izquierda y la disociación de sus movimientos y organizaciones. La izquierda tiene que encontrar su causa como clase; su orfandad no solamente puede costarle los comicios que vienen, pues sería vulgar definirse como clase política de oposición para un periodo electoral. Si un día la izquierda gana los comicios federales, sabrá alguien cuál de todas las izquierdas, y no logra la emancipación de sus principios en un sólo movimiento, se ira cayendo y desmenuzando a pedazos, poco a poco, mientras trata de comprender los por qué.

Veo tres corrientes de izquierda en las redes sociales:

Los medio diestros y afiliados que comprenden que un recurso sucio para evitar que el PRI gane, es el utilitarismo y la renuncia de sus principios en pos de una coalición irreversible, incoherente y frágil con la ultraderecha panista.

Los necios fanáticos de AMLO, esos, a los que no les importa que, por ejemplo, Muñoz Ledo y otros como “los chuchos”, antes enemigos del tabasqueño y de la misma lógica de izquierda, ahora se hayan colgado de su discurso. La izquierda partidista, pues.

Los de izquierda por principios, los que no militan, ni son fanáticos ni afiliados.

Si esas izquierdas, y las otras que anden por ahí, no alinean su discurso, después será demasiado tarde para lamentaciones diurnas.


El oscuro priísmo: Breve bosquejo de su cúpula y militancia.

vía @Serxiuxo

Carlos Hank González llegó como maestro rural a Atlacomulco, Estado de México, algún día de 1945 y, rápidamente, ofreció sus servicios a don Maximino Montiel Olmos y sus colaboradores, Filiberto Gómez Díaz, Carlos Riva Palacio, Wenceslao Labra y los hermanos Abundio. El vínculo entre las familias Hank y Montiel fue irreductible y el arraigo, de alcances inefables; tiempo después, se sumaría también el apellido Madrazo. Hank González, entonces director de Conasupo (1962-1969), bautizó a Tulio Montiel Cordero, hijo de Nicolás Montiel Flores, es decir, nieto de don Maximino. 

Y así comenzaba uno de los capítulos más oscuros que el priísmo le ha brindado al país. 

Finalmente, la élite priísta fue adaptándose al ambiente, entretejiendo una relación simbiótica con el quehacer político. Se especializaron en forjar y mal educar generaciones de militantes en todos los escalafones y roles que la administración pública requería. Se volvieron, pues, expertos en estructura y estrategia. Para mediados de los 60´s habían ocupado cerca del 80% de la función pública: secretarías, órganos de gobierno, departamentos, procuradurías. 

La miseria y el fanatismo de los colectivos fue muy bien explotada en la cúpula por los cultos y poderosos del PRI. Llamaron “mal vestidos” a la militancia de base, los que nunca han gozado de vínculos familiares, compadrazgo o prerrogativas pero, sin duda, son parte fundamental del priísmo. El PRI no se ha engrandecido frente a su oposición por la lucidez o transparencia de sus actos, instrumentos y acción pública, no necesariamente; sus porros, pues, han venido desempeñando un papel insustituible para el partido. 

Hagamos memoria. 

1952, Alameda Central; 1960, Chilpancingo; 1962, Xochicalco; 1967, Atoyac; 1968, Tezopaco; 1968, Tlatelolco; 1975, San Ignacio Río Muerto; 1994, Ocosingo; 1995, Aguas Blancas; 1997, Acteal; 2000, UNAM; 2006, Atenco; 2012, campañas sucias.

En la cama con el SNTE, amparos y otras cosas.

vía @Serxiuxo

A punto de la fecha de entrega, como si de llegar a tiempo a clase se tratara, una importante mayoría de las secciones sindicales del SNTE, que preside la señora Elba Esther Gordillo; el STUNAM de don Agustín Rodríguez Fuentes y la CNTE entregaron la documentación correspondiente para interponer miles de recursos de amparo, en lo particular y colectivo, contra la nueva Ley Laboral, producto de la reforma laboral puesta en la mesa por Felipe Calderón y, con muchos ánimos, también hicieron patente su rechazo a la reforma educativa impulsada por Enrique Peña Nieto, o una cosa así.

Lo primero, pues, es lo primero. De acuerdo al artículo 114 de la Ley de Amparo, un juicio de amparo indirecto procede contra leyes, tratados, normas o cualquier tipo de acto de autoridad, denominado concepto de violación, federal, estatal o municipal que atente contra las garantías individuales. Los efectos inamovibles de la reforma laboral parecen contener el mismo impulso que el de la reforma educativa, recientemente propuesta por el gobierno entrante, y, pese a las conciliaciones, los residuos de todas las inconformidades no alcanzarán para evitar que se reforme la Ley Laboral.

Las inconsistencias en el contenido y causa de la reforma educativa, que por cuestiones de jerarquía los trabajadores del Estado han recurrido a la Ley Federal del Trabajo para su queja pues es supletoria incluso a la inminente Ley General de Educación, afectarían a los trabajadores de todo el país, sin importar si son empleados federales o no. Es decir, el amparo es un chiste mal contado y un encobijado trámite para los trabajadores de las dependencias de la Federación o Estado que desencadenarán, a la luz de todos los reflectores, los aplausos para sus representantes y líderes sindicales que presumirán de una capacidad política de negociación, que a estas alturas es innecesaria ya que su función pública también lo es, a un costo muy alto, la inestabilidad de la base trabajadora del país.

En aquellos próximos pasados tiempos panistas, respecto a la reforma de la Ley del ISSSTE y el enfrentamiento de Gordillo con Miguel Ángel Yunes, ex director de dicho instituto, don Felipe Calderón dijo que, y cito, “esa es una instrucción que se cumple porque se cumple, corresponde al gobierno garantizar que ni un solo centavo del erario haya sido utilizado indebidamente… Por eso, sea Yunes o quien sea, tiene y tendrá la obligación que ese dinero se maneje escrupulosamente y sea la maestra Elba Esther Gordillo, o quien sea la que pida un favor el que sea, eso no se puede hacer porque va contra la ley, y mi exigencia, y espero que se haya cumplido, y las auditorias demostrarán que se haya cumplido, pues que no se maneje eso absolutamente nada en contra de la ley… Y pasada la elección, porque finalmente Nueva Alianza siguió su curso, inmediatamente dialogué con la maestra para construir ese acuerdo por la calidad educativa, que implicó entre otras cosas que yo, como Presidente de la República, respetara posiciones o perfiles que le habían sido reconocidos o negociados desde la administración anterior”. (Entrevista por León Krauze en 2011, http://ciam.wordpress.com/2011/07/07/06jul11-leon-krauze-entrevista-al-presidente-felipe-calderon/).

Entonces, la elaboración de un amparo colectivo en contra de la reforma educativa es tan erróneo, pues el recurso debe interponerse a las afectaciones de las garantías individuales que la Ley General de Educación cause, como pensar que las fracciones sindicales del SNTE puedan repeler los estragos de la Ley Federal del Trabajo, recién reformada, que la misma Gordillo negoció con el PAN como lo hizo con la Ley del ISSSTE en 2011. Cabe mencionar que, al respecto de los líderes del SNTE, además de ponerse los calzones de Superman en las distintas delegaciones y secretarías sindicales con sus representados, ésta estrategia y la coacción de resultados con el ahora gobierno priísta es un gran proyecto de instrumentación y hábito político que esclarece la pantalla pública que don Emilio Chuayffet, Secretario de Educación, y sus declaraciones nos hicieron pensar: La lideresa del SNTE no alcanzaría una rebanada de pastel de las reformas peñistas. Qué error.

Está claro, no vienen sobrando las quejas en contra de las agresivas y recientes reformas que no sólo afectarán a los empleados federales, sino a todos los trabajadores del país, pero utilizar los recursos jurídicos de la autoridad educativa en contra de sí misma, y el partido que los cobija, es, sin temor a equivocarme, dormir con el enemigo.

¿El último capítulo del Pemexgate?

vía @Serxiuxo

Ya anunció Luis Videgaray que la inminente Reforma Energética, que se discutirá en el segundo semestre del año en el circo del Congreso, no contempla la privatización del petróleo. Del otro lado del manicomio, Cuauhtémoc Cárdenas, coordinador de Asuntos Internacionales del gobierno de Miguel Mancera, abogó por la autonomía de PEMEX y la inyección de capital privado para garantizar su presupuesto. Así, los zurdos medio diestros, y la izquierda negociante, pactan lo que parece el último capítulo de la administración pública de dicha paraestatal. 

Es del sector energético de dónde el país obtiene la mayor parte de sus ingresos y, por tanto, es el mayor peso que equilibra las amortizaciones de la deuda externa en la balanza de pagos. Sin embargo, la monopolización de los recursos petroleros tampoco ha sido muy sana; la unificación de tarifas de combustibles, y su aumento, han estado supeditadas al presupuesto federal y dirección, buena o mala, de las paraestatales cada sexenio. 

Pensar que la administración y estatización de PEMEX ha dejado de ser un negocio para la cúpula que lo controla es una tesis ingenua porque, si las matemáticas no fallan, los ingresos que genera el petróleo y sus productos son, históricamente, mayores a los gastos que requiere su gestión, millonariamente mayores. Al respecto, la estrategia de don Enrique Peña Nieto, y los suyos, será seguir asumiendo el control del crudo que, aunque parcial, es estratégicamente interventor y cuyos aspectos quedarán particularmente acordados en la Reforma. 

Vender PEMEX, entonces, nunca ha sido un buen negocio, las empresas extranjeras que inyecten capital no asumirán el control total de la producción ni de la distribución de los recursos pero sí de las tarifas. A estas alturas, si PEMEX es administrado con capital extranjero, o no, es otro tema y es más bien un debate nacionalista infinito, un tanto republicano. El lío no es quién, o en qué partes, se asuma la gerencia sino la incapacidad e inoperancia del gobierno federal, y sus programas de inversión, para hacerlo. 

Es decir, no es el eje del problema en quiénes o cómo, al menos estratégicamente no porque moralmente sí, queden repartidas las decisiones sobre la tutela de PEMEX, ni en cuántas partes se haga, sino los residuos y consecuencias que generará la delegación de operatividad a la industria privada, cortesía del presidente. Ya el otro tema, el más importante, será el desempleo. 

Resulta muy costoso, no sólo para los que han invertido sus recursos, mantener al niño pero poco conveniente no obtener los beneficios de llegar a casa con la mesa servida. PEMEX es un tema de todos, y casi de todo. A los que se enriquecen de él les dará la misma cosa si las ganancias obtenidas se produjeron con inversión privada o pública, sin embargo, creo que su privatización parcial definirá una estrategia instrumental para las dependencias que resten.

El paisa

vía @Serxiuxo

Irascible me mantuvo un encabezado de contenido cada vez más recurrente, el tema migratorio. Resulta ahora, como si tuvieran que darnos cifras y estadísticas para entender que, pues el problema y contexto del mismo vienen a su vez de un tema algo más complejo de digerir, aunque nos es casi invisible por la misma causa pero tampoco lo suficiente para escosarnos en un mar de reflexión histórica, la identidad del mexicano. Cito de otro artículo mío, el gran problema epistemológico en que se encuentra la historia misma mexicana para definir su propia mexicanidad y en encontrar su identidad. 

“Me es importante recordar el génesis de la mexicanidad, las gestaciones y los distintos abortos que ha tenido nuestra madre cultural, sus sesgos, el origen, sus rupturas, la incepción y otras cosas entre líneas no menos frívolas pero si complejas, incomodas en las que me fascina envolverme sin mérito ni objeto, solo por el simple gusto y paciencia de ejecutar mis enredos, solo porque puedo sin remedio. Paz y su “Laberinto” abrieron un debate retórico y de remembranza, sin más, ensayó con algún discurso sin elegancias, simple, sin ningún recuento histórico ni algún eje o corriente de crítica y análisis preciso pero con una cualidad innegable de dibujar entre páginas la cuestión de localizar, en caso posible a nuestra madre. Si, somos hijos de la Malinche, de Malintzin Tenepal, huérfana y cedida a los mayas como tributo mexica después de las guerras imperiales en el sureste mesoamericano; años después, luego de la conquista, se reencontraría con su progenitora y hermano ya cristianos y de nombres hispanos. Como esclava maya fue cedida nuevamente, ésta vez a los españoles junto a otras 19 mujeres después de la batalla de Centla. Se convertiría en traductora, asesora y amante de Cortés, advirtiendo y enseñando a su paso hacía la gran Tenochtitlan acerca de las hostilidades y dificultades de Mesoamérica, las costumbres y tradiciones nativas, la organización política y el poderío militar azteca. Evidente es el primer desenlace y ruptura de una relación materna de nuestra posible madre con la suya. Nuestra entonces posible bisabuela a la vista regaló y desterró de su patria a Malintzin y luego convergería en las novedades de la conquista, así es: la transculturación indígena a través del cristianismo que llevasen los frailes franciscanos, no solo por medio de la doctrina al interior del seno materno, sino también mediante el idioma ibérico. 

Partiendo de aquí, hablemos pues de la patria. Del concepto de ella, no de su figura. Un término latino de entendimiento de la época del emperador romano Augusto que refiere al sentido físico y político pero también ideológico –y sobre todo- de una persona con su tierra, natal o no. Tierra paterna pues al español. De aquí consideraríamos sutil el saber que Malintzin no vendió patria alguna, al menos no la mexicana, dado que México sería forjado y formado a través de la transculturación y el mestizaje muchos siglos después, dada por la gracia de los virreyes y finalmente, luego de la crisis del capitalismo mercantil mundial y la necesidad y efervescencia de la revolución ilustrada de occidente, la formación de un Estado, sí México. Entonces México no habría nacido aun de nuestra madre, no cuando Cortés aprovecharía la disolución y fragilidad política del imperio azteca, su desorden, su decadencia y claro, la antagónica e inamistosa relación de dos pueblos en combate, el de su amada, nuestra madre -mi madre- y el gran imperio militarista del centro del valle de Tenochtitlan.

Que inútil y desentendido, solitario y absurdo entonces es el termino malinchista, de carácter peyorativo y resentido, de los que no tienen madre pues. Sí, sabiendo que nuestra madre –la cultural, aclaro e insisto- a través de la historia y producto de ella ha sido olvidada. Hay dos ejes sociales fundamentales ya mencionados de transculturación indígena: la religión y el idioma hispano. Se les deben a los españoles la imagen por ejemplo de una virgen, de los santos, de los bautizos y quince años, del Español. Sabiendo pues que el recurrente y estéril termino de malinchismo fracasa y muere al mismo instante durante el análisis que merodea al concepto de identidad social, si ya se imaginan, esa relación ambigua que formamos los seres humanos a través de un proceso complicadísimo de formación del “yo” y el “otro generalizado”, es decir, nuestro contexto y entorno, nuestra patria por ejemplo. Esa cualidad inerte –involuntaria- de interiorizar los elementos culturales que nos rodean y distinguirnos de los otros semejantes, retroalimentándonos de ellos y entretejer una identidad personal y social que en conjunto forma la estructura social, si, la suma de las relaciones sociales materiales en cierta fase. Sobre tal y determinada por estas relaciones, descansa un edificio social complejo, abstracto, inmaterial. Esa forma en la que percibimos, interiorizamos y conceptualizamos las figuras políticas y jurídicas, Quizás la manera en la que nos observamos a nosotros mismos, nuestro entender: nuestra realidad. 

Que poca madre del malinchismo en contexto. Entonces queda absuelta nuestra madre Malintzin de traición a la patria, de traición a México y las ideas retóricas y líricas sobre el mismo asunto. México no existía y es más, le debemos a los españoles, al régimen absoluto español nuestra modernización, la transformación del modo de producción esclavista de las civilizaciones mesoamericanas en el modo de producción feudal, que siglos después, cuatro para precisar, provocaría una escuálida y retrograda, así como antimodernista revolución mexicana zapatista, maderista, carrancista, que se yo. Voy a detenerme en defensa de mi madre un instante. La misma restauración del estado mexicano, es decir, la reestructuración de la república federal, la modernización vaya, ha dejado atrás oficialmente el rescate de nuestras tradiciones de aquel génesis mesoamericano. Durante el gobierno de Juárez quedaron algunas pequeñas pero no breves manchas detrás de la imagen del benemérito. Recapitulando en Luis González su crítica hacia la república restaurada, mencionemos pues, que dicho personaje, presentación de los billetes de veinte pesos cuya patria radica en Oaxaca, alcanzó a comprender durante su mandato algo peculiar, algo que de raíz entendía y sentía mejor que algunos y muchos de su gabinete del partido liberal. Él, proveniente de una comunidad rural en el sureste, reconoció la trágica y antagónica relación de las tradiciones y costumbres indígenas y la formación de un nuevo estado. Así es, comprendió la incoherencia del discurso patriótico moderno y la conservación del indigenismo. En palabras sabias de Luis Gonzales otra vez, Juárez “mataría dos pájaros de un tiro”, catalizó la transculturación indígena por no encajar en sus planes de proyecto nacional y agilizó así la formación del nuevo régimen, otra vez –insisto- mediante dos ejes fundamentales de la modernidad: el cristianismo y el idioma. Los indios no encajaban en la nueva república.” 

Me encuentro esto como primer parámetro posible para calcular los alcances y residuos que ha tenido la formación histórica de la identidad del mexicano y esta como la más probable constante de la causa de su intermitencia. ¿Será así que, el ya definido hecho social de migración, responde a parámetros históricos, complejos pero básicos, de la reestructuración y desarrollo del Estado moderno mexicano y sus consecuencias socioeconómicas y políticas? Quizás, pues el mexicano que emigra a Estados Unidos es allá un extraño, un extranjero con ambientes muy vagamente conocidos, deshabituado y de mexicanidad superflua y flotante que no se mezcla con el nuevo mundo norteamericano, “flota pero no se opone, se balancea, impulsada por el viento, a veces desgarrada como una nube, otras erguida como un cohete que asciende” cito a Paz, de nuevo en su “Laberinto”. Así, el huérfano mexicano y desterrado de su propia historia y origen que ha venido encontrando consuelo en algunas madres sustitutas, por ejemplo en la Virgen de Guadalupe o en la Madre Norteamericana rígida y estricta como el acero mismo occidental, ortodoxa y estéticamente definida, ha formado algunas bases sólidas de mexicanidad en el seno materno extranjero que no termina por cobijarlo demasiado, no se fusiona, más bien parece resistir a las delicias y encantos de la modernidad americana, de su sueño y de una dualidad siniestra, pasiva pero desdeñosa, inquieta e impenetrable en la imagen de los ciudadanos norteamericanos. El mexicano pues, resulta no ser de allá ni de acá, ni de aquí. Se consumó al indio, no es español tampoco y en esa carrera incesable en busca de su filiación, negándose del indigenismo e hispanismo, en plena orfandad se construye ahora a cantaros como “paisano”, entendiendo previamente que nuestras diferencias con el vecino del norte no son sólo cuestiones económicas, sino más bien de realismo; pues, percibir, concebir y vivir dentro de una realidad distinta. 

La noche diurna

vía @Serxiuxo

Las sandalias de Matilde sobre la calle empinada machacaban el asfalto caliente hasta que arribó a casa; en un movimiento breve, recorrió la puerta metálica de la entrada del edificio, tras dejar las bolsas del mercado reposadas en el piso. Se dirigió a su departamento en la planta baja; al acortar la distancia, escuchó un ladrido seguido del palpitar de la lengüeta de su perro inquilino que la esperaba con potestad y encanto. Abrió, el canino se le abalanzó rápidamente; al llegar a la cocina, vertió sobre un balde de plástico el alimento recién comprado y lo colocó casi exactamente en el mismo espacio de siempre para complacer a su compañero. Se dirigió a la mesa, habitaba por ahí un libro, su computadora personal, algunas hojas sueltas y el resto como estatua, el frutero de cristal sin fruta y una revista de política con la cara de un abogado, ex senador de mal aspecto y barba abundante, recién liberado por sus captores, posando el infortunio y las complejidades sistémicas, desde luego, así, las consecuencias inevitables de la vida misma y los actos que la formalizan. 

Fue arrimándose al comedor que pocas veces practicaba la función que lo nombra; Matilde siempre come fuera de casa, o en la barra de la cocina, en la cama, o no lo hacía. Sacó de otra bolsa un libro usado que le compró a don Jesús en el mercado donde yacen los cadáveres de hojas en la espera latente de ser poseídos y reabiertos a pleno sol; a veces, en el puesto de libros se rozan, sin complejos, lomo a lomo o pasta a pasta, desde algún manifiesto comunista, best sellers, novelas contemporáneas, tomos de enciclopedia pero, generalmente, literatura hispanoamericana. Desempolvó “El Extranjero” con un sutil soplido que casi no removió nada, lo frotó con un trapo húmedo que estaba a la mano y comenzó puntual sobre la primera palabra del texto. A treinta minutos de lectura, quizás un poco más, fue al sillón, se recostó de lado, mantuvo erguido el libro sobre el respaldo, aproximándose poco a poco a un somnus inamovible y algo profundo cuando finalmente su cuerpo quedó en reposo, inerte al pequeño espacio de la sala, como puesta intencionalmente por un pintor para retratarle las pausas del tiempo, quizás hasta el mismo aire se detuvo antes de cortar su figura y, a la posteridad, el sol hubiese seguido ahí para no guardarla en las inclemencias de la noche; Gustave Courbet le pintaría algo, probablemente Le Sommeil le hubiese parecido adecuado.

Alex, el fiel pastor, también se incluyó al sosiego, durmió enroscado con el hocico sobre las patas, despertó con elegancia, se postró en cuatro y caminó a su dueña, le ladró dos veces bajo, y el tercer intento le interrumpió la irreductible oscuridad, la luz entre las cortinas marfil le provocaron un gesto para esconder sus ojos mientras se le pintaban las marcas de uso en su frente y encima de los pómulos, no muchas para los treinta, no pocas para diluir los veinte. Se incorporó, colocó el libro de nuevo sobre la mesa, hizo un cálculo inútil del tiempo que permaneció dormida, pues, ya que de esas irreverencias de la mente hablaremos en otra ocasión; sin embargo, verdaderamente sintió que las manecillas acumularon un par de horas, quizás tres. Habrían sido cerca de las cinco de la tarde cuando llegó de las compras que habitualmente realiza los miércoles, observó un reloj que compró hace dos años cuando viajó a Los Ángeles a realizar un reportaje para el diario en el que trabajaría cerca de cinco años, acechando los desplazamientos sociales de inmigrantes mexicanos. 

Las ocho de la noche y cuarenta y cuatro minutos, más o menos, le anunció con violencia el Seiko de pared, el sol no había cedido a los efectos de la noche. Desempotró el reloj del muro, lo sacudió, lo comparó con la hora que se mostraba en el pequeño reproductor de discos y no revocó, descolgó el teléfono, marcó cero, tres, cero y una voz corrugada reprodujo, La hora exacta es ocho, cuarenta y siete minutos, p.m., hoy se pronostica un día…, al instante regresó a la sala, en la mesa de centro frente al sillón que guareció su siesta vespertina estaba su teléfono celular, pulsó el sensor de desbloqueo y observó la pantalla con el suspiro en turno completamente contenido, efectivamente, las ocho, cuarenta y ocho minutos, p.m., eran entonces.

El perro regresó al pie del sillón para darle continuación a su siesta, el sol brillaba como a medio día; inefables, las horas parecían haberse revertido aunque el artefacto electrónico de pared, inventado para medir el curso de tan relativa dimensión, el tiempo, seguía funcionando en el sentido adecuado para el que fue creado, el oscilador marcaba los periodos de segundos con las agujas moviéndose de izquierda a derecha en la frecuencia programada. Volvió a descolgar el teléfono, con nerviosismo llamó a una colega de su nuevo trabajo, al tercer timbrazo alguien respondió casual, Bueno, ¿Edith?, preguntó Matilde para evadir la lógica aunque fuese innecesario, Quién más, ¿estás bien?, ya te hacía en el concierto; ninguna respuesta parecía contravenir la tregua, Sí, estoy bien; hizo una pausa, su respiración subía de ritmo, ¿qué concierto?, Lo volviste a dejar plantado, ¿A quién?, Cómo que a quién, bueno, tú sabes; un silencio efímero las abordó, ¿Qué hora tienes?, Las ocho cincuenta, ¿De la noche?, Sí, Matilde, de la noche; prosiguió extrañada, ¿estás bien?, le hubieras llamado para avisarle, en fin, ya te dije, tú sabes. Sí, yo sé, gracias, te marco después. Sí, está bien, adiós, Adiós. No comprendía una sola cosa dicha durante la llamada por teléfono, tomó el control del televisor, lo encendió y el programa de noticias vespertino estaba siendo transmitido con regularidad, los mismos rostros de siempre, ninguna noticia de que el sol no hubiera cedido a los encantos de la luna, sí, efectivamente, el curso de las cosas parecía en orden, nueve y tres minutos, p.m. indicaba el recuadro rojo de números blancos, en la parte inferior derecha de la pantalla. Salió al pequeño balcón, percibió las suaves olas cirrosas de viento cálido de junio y el intenso sol, pleno y sin extrañezas o extrañamientos, le hacía una sombra distinta al helecho que colgaba del umbral de la puerta que conecta la sala y ésta veranda que, bien, es la terraza de lectura o la ventana sin cristal donde la madrugada, y una taza de café, le devuelven a Matilde la calma de las imprudencias de la soledad oscura en ocasiones. 

Parecía que el sol se venía de poniente al oriente y no viceversa, o algo así, técnicamente podría ser una cosa completamente opuesta, una revelación al curso mismo que alguna vez la naturaleza proclamó, entonces, físicamente imposible, casi irracional pero imaginable, quizás; qué sabremos nosotros de esas cosas, de linaje y complejidad inmensamente mayor que el lapso que se nos es prestado algunos años para venirnos a esta vida a morir luego, de una majestuosidad inefable, de una precisión absoluta y tan ajena, colateralmente inerte, a nuestra condición humana que, como ha de suponerse y conocerse, nos ha tomado muchos dolores de cabeza y decepciones, siglos y siglos, a veces alucinaciones y depresiones, quedarnos fuera.

Quizás los crepúsculos del alba y el ocaso se habían desentendido del hábito y rendido a sus propios caprichos. Así fue, nadie lo notó, tal vez Matilde y algunos menos distraídos; la noche en que no volvió a asomarse el sol por donde nos tenía acostumbrados y regresó para amanecer por las noches y ponerse en las mañanas, sabrá dios lo sucedido en medio de aquella serenata diurna de Matilde. A propósito de dios, habrá que inventarse algo, absoluta y balísticamente para justificar lo acontecido, si es que alguien alguna vez se lo pregunta. Así siguieron los días, el inicio del torneo de futbol comenzaba el fin de semana, el año estaba nuevo, el lunes los niños regresarían a clases tras las vacaciones de invierno, la militarización al interior del país, la crisis mundial, los secuestros, las disociaciones comunes y todos los raudales seguirían su cauce. La tarde en la que dejó de anochecer, durante el solsticio más largo jamás registrado, pasó desapercibida en los diarios tras la esquela de otro subprocurador asesinado en algún estado del norte, los resultados el lunes de la jornada de futbol del domingo, la cara cortada de un niño marroquí que fue abandonado por sus padres para cruzar al borde de Tétouan a costas hispanas, y a Matilde y Alex no les quedó más que continuar por la borda de la rutina, procurando no caer al hilo oscuro de la duda.

El andamio del siglo veinte.

Vía @Serxiuxo

Oscar Feligrés salió a las siete cincuenta y ocho de la noche, más o menos, de La Bodeguita del Medio; el último mojito mantuvo fresca su garganta y, aunque se había venido resbalando velozmente, cuando salió al viento denso de la ciudad comenzó a resecarla, se mantuvo áspera por lo menos una cuadra después con aliento olvidadizo a hierbabuena. Caminó hacia la estación más próxima del Metrobus, cuyo nombre no mencionó, y cruzó Insurgentes estúpidamente con cierta habilidad de cálculo de las luces de los coches que avecinaban contra suya. Esperó más de diez de minutos a que el transporte mencionado hiciera su aparición repentina, anunciada por un pito que le recordó a aquellos vochitos de su infancia, taxis amarillos que guardan bolsas de aire en su interior y que ensordecen al viajar a no más de sesenta kilómetros por hora, con la ventana semi abierta, que abordaban su padre y él cuando iban retrasados para que pudiese cruzar la puerta de la primaria antes del toque, la que Don Enrique celaba con la potestad de un guardián. 

Al subir al Metrobus, su saco desgastado quedó atorado un momento en la puerta retráctil y las intermitencias al cerrarse; sin más dificultad, observó un lugar al fondo aunque le pareció incómodo por estar ubicado al final de la parte posterior, y temió ir rebotando hacia todos lados o, bien, terminar en el hombro de una señora que calculó, próximo a acercarse, como de unos cuarenta años, que leía Cosmopolitan, de cara rígida y delineado acento de presentación, aunque en realidad no se presentaron; él hizo un bosquejo de la dama por la manera que aquella mujer leía y evasivamente disparaba alguna mirada, como si salieran de sus ojos ráfagas que chocaban con la cara de Oscar, disparadas hacia las banquetas rojas de Insurgentes y la demás gente en el Metrobus, siluetas grises a su mirada, una historieta acartonada con sordos ruidos, sorbos a las latas de soda de aluminio, toses nerviosas, charlas efímeras por celular, los ruidos pasajeros de los coches, lo elementos nocturnos y la postal de una ciudad de las luces.

Hasta llegar a Rio Mixcoac, Oscar fue de pie frente a la señora cuyo nombre es aún desconocido, la fémina elegante sujetó con delicadeza la parte inferior de su vestido, en un movimiento semicircular y de memoria, su brazo izquierdo colocó perfectamente el tirante de su bolso negro pálido, no tan cerca del cuello para que no rozara fuera del escote su piel avellanada, con ligeras manchas que Oscar observó también cuando arremangó su falda, pero tampoco tan abajo, evitando se deslizara y escurriera a su antebrazo de venas resaltadas como estambres esmeraldas.

La señora pisó de puntas y alcanzó el aza de la mano, Oscar observó de costado la silueta de sus pechos que jamás cayeron, de monumental firmeza y erotismo salvaje; inmóvil, tragó saliva bruscamente, de su boca sonó lento un suave tronido de su lengua que chocó con el paladar, un gesto que siempre se presenta en él por circunstancias diversas y que al parecer la causa, como en tal presente, es un manojo de nervios esquivados por una sonrisa de clientela incrédula y distraída; sus ojos amenazaban de manera imprudente pero adiestrada el final del vestido. El Metrobus abrió sus puertas antes de que Oscar comenzara a rozar la cintura de aquella musa con los hilos de su imaginación, y la punta afilada de la corteza de sus fantasías. 

La tan citada dama, arrogante, caminó al norte cuando las miradas de Oscar rebotaban en su espalda sin intentos o ensayos de evadirla; los restos frescos del aroma de su cuello iban quedando en el aire en sincronía a sus pasos entrelazados, firmes, de los zapatos altos. Ambos cruzaron Insurgentes en sentido oriente, les acompañaba una pareja adolescente, vestidos de negro con los pantalones de corte estrecho tapizados a sus piernas. Oscar, que replicó su doblés a la derecha, siguió tras ella cuando ésta hizo una pausa y giró el cuello hacia donde los coches venían; parecía esperar a alguien, pensó nuestro don Juan, imaginó al varón galopante porque los arbustos constantes que adornan las casas no hacen posible la parada de un autobús, tal vez se detuvo a esperar un taxi. Oscar se sostuvo el mentón con sus dedos diestros mientras se divorciaba de los sueños fugaces con aquella mujer.

Continuó su paso cansado hacia Avenida Universidad, a la que llegó minutos más tarde mientras el Sol se le escondía en el rastro de un atardecer púrpura. Recordó llevar un billete de cincuenta pesos y otro de veinte que desdobló con descuido y, sin atención, rompió en un torpe movimiento de sus largos dedos de conato artrítico. Le pareció tarde para acudir a algún cajero automático del centro comercial en contra esquina, se percató, lujurioso, de la cara de don Benito Juárez partida casi exactamente a la mitad como la reputación misma del Benemérito, cuando la luz de la lucha armada de las clases trabajadoras que encontraron la llave del nuevo siglo, alumbraron el pasado nubloso de la transculturación indígena, y la pesada y positiva estructura de plomo de la nueva República, quizás una de las administraciones estatales más sucias que dejó detrás una gran mancha roja sin respuestas ni culpas al día de hoy.

Sigue, entonces, con las manos en los bolsos de su saco y dobla al sur hacia los viveros, dibujando figuras de lodo en los adoquines y las entradas de los coches de Avenida Centenario. Así, por menos de un pestañeo, saboreó la tés del café de granos que los productores de Veracruz llevan a El Jarocho en costales para ser tostado, molido, reposado y finalmente servido en vasos verdes de unicel, aunque la nocturna del viernes disolvió su antojo que resbalaba rápidamente, al observar la gran cantidad de gente en los alrededores del Jardín Hidalgo. Coyoacán se habría abandonado como madre popular de senderos empedrados y polvo claro sin pavimento, de pirules engrandecidos por el cauce del Rio Churubusco, de vecindades sin pintar, casas con balcones a las calles donde caminaban Frida y Diego recién salidos de algún cajón de su armario rojo, dónde León encontró refugio en la calle de Viena a las hostilidades bolcheviques y la antagónica proliferación del régimen socialista. De manera similar que el recinto del viejo hipódromo porfiriano se habría vuelto una fonda inmensa intransitable e inhabitable llamada colonia Condesa; así, la colonia de Churubusco y División del Norte había perdido su sabor urbano de mitad del siglo veinte ante el rubor de la modernidad.

La corta distancia que había entonces entre el hambre de Oscar y su sosiego lo llevaron, sin espacio a dudas, a gastar sus últimos cincuenta pesos en abordar un taxi de regreso a casa. Subió a un Datsun color blanco con una franja calipso que lo rodeaba por la mitad, igual que el proyecto neoliberal desgarró por la mitad las entrañas de la producción oriental, así, pues, dicha marca no existía ya muchos años atrás, bastantes precisando de algún modo, cosa que no quise discutir con Oscar cuando me narraba lo sucedido. El chofer amenazaba los treinta, nuestro analista, de nuevo, intentó reconstruir un bosquejo del personaje que conducía; sonaron dos canciones y media de acordes fastidiosos que mi querido amigo reconoció quizás y, sí, creyó californianos. Para amenizar, sacó el ultimo de un Delicado de la cajetilla, aberrante, contaba su gozo de tal vicio, como si pudiese dibujar una línea de tiempo paralela en su vida, ensangrentaría sus encías en cada enjuague bucal pero le habría añadido gratificaciones matutinas, a sus tardes y noches que en pocos hombres, en mi corto recorrido vital, he gustado admirar. La tortura auditiva desarmaba los oídos de Oscar y, a diez metros de su casa, desertó los intentos de un chofer, y un automóvil ruin, de trasladarlo a su casa, en División del Norte y alguna otra avenida que corta.

Desembolsó una decena de llaves de su vaquero oscuro, del que colgaba siempre un destapador de plata de Taxco anunciando la “efe” de su apellido. La familia Feligrés reconcilió y consumó su nombre de un importante legado español recobijado por la dictadura de Díaz, que encontró, en los rincones de Patzcuaro, quizás a las orillas de Janitzio o en el entremés del lago de plata, el vientre de la abuela materna. Oscar me invitó esa noche a su casa. Mientras me esperaba con cansancio precipitado y abrumadora tranquilidad, sonó Bach incipiente y estruendoso en los alrededores de la sala, el disco giraba en el aparato al mismo tiempo que su cabeza hasta que la norma del órgano se interrumpió por mi breve y sutil toque al interfón. Titubeante, asomó su cabeza por el balcón del departamento y asentó mi presencia con un gesto, regresó al umbral de la cocina para abrirme la puerta, un sonido me alertó que el acceso se abría y ascendí en penumbras hasta el número cuatro. 

Llegué póstumo de una larga jornada, nos mantuvimos de frente al otro, cada quien en un sillón individual, mientras “Tocata y fuga” nos abandonaba de las parlantes y la boca de Oscar. La silbó completa y de memoria, cual solfeo de director, dice que su padre le enseñó a temprana infancia los recorridos de las partituras de Bach y que silbaban juntos algunas sonatas; el padre algún concierto, y él alguna cantata. Comentamos las incidencias de nuestra cotidianidad y los romances breves sabatinos; después de una hora y cuarenta y dos minutos, la noche parecía despedirse de nosotros, bajé al minisúper a cuatro cuadras al norte, culpé al Habana añejo de haber olvidado las llaves, afortunadamente llegaba del caribe el néctar de los campesinos cañeros que destilaban sus historias pendientes, sus canciones, una estrella cubana, quizás una batalla por cada botella, un son. 

Compré una bolsa de cacahuates salados a través de la ventanilla del Oxxo, al pie del balcón fallé dos intentos con una piedra diminuta de anunciar mi regreso, me percaté que la puerta estaba entre abierta, recordé un comentario de la reciente plática sobre los departamentos; de los cuatro, uno estaba vació, el penúltimo, antes ocupado por una breve inquilina que encarnó en sus sábanas la piel de Oscar, ocasionalmente estrenaban la mañana juntos, por aquello de los miedos diurnos y los peligros de la noche que pudiesen recurrir a Magdalena en los alrededores. El segundo piso, pues, estaba vacío, el único departamento ocupado en tal era el de Oscar; antes de abrir la puerta de la calle, por educación, la dejé de nuevo emparejada.

Aun siento la sangre fresca entre mis dedos escurrir como agua caliente.

Aquella noche en el baño, al entrar a enjuagarme las manos, luego de colocar sobre la mesa en un plato cerámico con adornos barrocos azules la botana que compré, encontré el lavabo ensangrentado, jamás volví a saber de Oscar; hoy, clavado en la litera inferior de la celda diez y nueve, cero, cero, escribo bajo la luz que se cuela desde el pasillo de loseta gastada, que Don Felipe recorre dos veces pausadamente en madrugada durante su turno, a veces me ofrece un Marlboro rojo que guardo entre mi libreta amarillenta y los comparto con mi compañero de celda, tras al menos dos billetes alargados con la cara de Cuauhtémoc en madrugada, por si despertar una día más es necesario; mi guarda espalda, un homicida que culminará su existir seguramente en algún bañador o cambiador del recinto, o en el campo de futbol de tierra y piedras, con una navaja atravesada en el cuello y me asignará, por consiguiente, un nuevo y segundo compañero con una tarifa más alta, cosas de la inflación. Alguien deposita al mes algunos billetes más a la cuenta del juez, el Lic. Bernardo Ruíz, egresado de la facultad de derecho de la Universidad Autónoma del Estado de México, para que mi nombre no sea borrado de la lista de reclusos y aparezca en el obituario.

Mi hermano, Vicente, me lleva cada dos semanas, en domingos, unos Cohiba largos que al consumirse inundan las paredes finitas y el techo sin nubes de tabaco seco, sí, pues, como la vida se quema aquí dentro, como se deslizan los días sin ser contados, antes de caer al desfiladero. En algunas ocasiones, de remembranzas algunas de ellas, mi retórica sobre el comunismo y mi sustento en la crítica de la economía política, y otras insolencias, me han causado un par de cicatrices, un desmayo y el respeto fugaz a la hora de comer, como veloz es la vida aquí. 

Fui acusado de robo calificado a una tienda de autoservicio y allanamiento violento de morada, posiblemente mi traslado al hospital psiquiátrico de San Fernando se lleve a cabo el próximo mes, mientras terminan mi sentencia y los trámites administrativos correspondientes, claro, luego de que Vicente pague una sustanciosa cantidad para agilizar las cosas sin contratiempos. Estoy a once minutos de mi hora del desayuno y, luego, el arribo al campo para un nuevo partido de futbol contra los novatos. Vicente insistió ayer en la visita, una vez más, sobre mi situación. Le preocupa Oscar, pues, no en términos estrictos de escritura de preocuparle él; retoma el tema cada vez más desanimado, trata de convencerme que fui yo quien salió aquella noche de la Bodeguita del Medio y, tras unos mojitos de Havana blanco, caminé al Metrobus, bajé en Rio Mixcoac abordando a una dama que tomó un taxi y se pintó en mi cabeza, caminé por avenida Universidad hasta el jardín Hidalgo y paré un Datsun color blanco cerca del departamento de Magdalena, quien había muerto un mes atrás y cuya casa estaba intestada, hipotecada por la delegación y abandonada desde entonces. Insiste que la sangre del baño es mía, que repetí el robo al minisúper en dos ocasiones y entré a la casa sin llaves por tercera vez. El empleado del Oxxo donde compraba los cacahuates salados se percató y declaró que salía de éste con mercancía en el saco y así arribó la patrulla de la policía auxiliar al departamento de Magdalena. Insiste que no era Oscar quien silbaba a Bach sino yo, imitando la manera en la que nuestro padre interpretaba al aire su obra y se sentaba a fumar un Delicado. Yo, Juan Fidel Feligrés, “juanón” de cariño, quien cada noche, durante trescientos ochenta días, contaba a oscuras a mi compañero de celda la misma historia, me envenenaba la mente, hora tras hora, descifrando mi hábito de escribir el borrador de mi cabeza durante poco más de un año en la cárcel, con el soluto sobrante e irritante de olvidar lo sucedido aquella tarde de marzo, un mes antes de mi sentencia, la misma en la que Vicente me advirtió la ocupación militar de la Ciudad de México, luego del golpe de estado.

No volveríamos a saber nada de nuestros lazos sanguíneos, de nuestras amistades, de nuestros hijos, ni de nuestro padre. Caminaba a oscuras por las calles de Coyoacán, día tras día, entré a ese minisúper un par de veces y una más al departamento de Magdalena con las manos ensangrentadas. Hoy, dice mi hermano, ya no existe la Bodeguita, ni el Metrobus, ni los taxis, ni los minisupers; espero, pues, conservar la facultad de seguir escribiendo hasta finiquitar éste relato, en el sanatorio al que seré trasladado en un mes. La noche se escondió en el alba rápidamente y es hora de ir a desayunar al comedor del penal.