martes, 22 de octubre de 2013

Los libros de la calaca tilica y flaca.

Vía @Serxiuxo

En una de esas, la Santa apareció en los Pinos.
Oiga, ¿cuáles son los tres libros que han marcado su vida?, preguntó al preciso.
Mira, yo respeto la lectura de la prole; la de todos ellos,
usted debería hacer lo mismo, y no me estoy haciendo el occiso.
¡Enrique!, reviró la calaca tilica y flaca, es usted un loquillo.

Enérgico, y tantito dormido, el de Atlacomulco preguntó confundido,
¿Por qué, cuéntamelo, es que soy el hazme reír de todos los revoltosos?
La fría, al colmo del enfado, devolvió la cortesía en un cumplido,
Mira, yo respeto la ignorancia de la prole; la de todos ellos,
usted debería hacer lo mismo, y no me estoy haciendo la dormida.
¡Flaca, carajo!, entonó el de La Silla del Águila y los otros libros,
voy, a medida de lo posible, a reformar los purgatorios.
Enrique, mejor lo dejo; por favor, no vaya a privatizar los infiernos.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Las 50 mil calaveritas de Calderón

Estaba la Santa Muerte fría y desconsolada,
en la cama de Calderón se postraba enfadada;
entonces, se levantó y azotó al piso la oz,
¡Era una calaverita; no cincuenta mil, cabezón!

Despierta al ex preciso con severa exclamación;
poniéndose los lentes y con aliento a loción,
el ex mandatario responde, ¡Estábamos trabajando!
La Muerte, en desconcierto, revira, ¡Mejor siga chupando!

Se altera don Felipe y redunda indignado,
¡No soy alcohólico, solo fui un gobernante afligido!
¿Afligido?, pregunta la calaca confundida.
Sí, contesta el enano, el copetón se quedó mi silla.