miércoles, 16 de octubre de 2013

Las 50 mil calaveritas de Calderón

Estaba la Santa Muerte fría y desconsolada,
en la cama de Calderón se postraba enfadada;
entonces, se levantó y azotó al piso la oz,
¡Era una calaverita; no cincuenta mil, cabezón!

Despierta al ex preciso con severa exclamación;
poniéndose los lentes y con aliento a loción,
el ex mandatario responde, ¡Estábamos trabajando!
La Muerte, en desconcierto, revira, ¡Mejor siga chupando!

Se altera don Felipe y redunda indignado,
¡No soy alcohólico, solo fui un gobernante afligido!
¿Afligido?, pregunta la calaca confundida.
Sí, contesta el enano, el copetón se quedó mi silla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario