lunes, 4 de marzo de 2013

Venta de garaje. El petróleo y sus fanáticos defensores.


Vía @Serxiuxo

Las políticas de austeridad de gastos y privatización no son tanto estrategias políticas de alcances calculados o instrumentos coercitivos sino, más bien, son un indicador de una fuerte crisis económica que, si bien ha venido rasgando los fondos públicos y aumentando los ceros de la deuda externa, fundamentalmente, se ha vuelto incontenible. La mitad de la población del país vive en pobreza; de esas 60 millones de personas, tres cuartas partes en pobreza extrema. Todos somos responsables. 


El debate sobre la privatización de PEMEX es complejo. No es que requiera de un buen ojo analítico, no principalmente, pero sí es irreductiblemente práctico dejar los complejos y fanatismos sobre la mesa antes de articular una crítica. 


El fin de semana, leí en Twitter desde hace días, algunos fans del petróleo decidieron no salir a cargar gasolina para defenderlo y llenaron sus Time Lines de opiniones en contraposición de la privatización de PEMEX. Sin embargo, no hubo nada más, la protesta careció de argumentos, se llenó de rencores y odio hacia desconocidos, pues sabrá alguien a quién o quiénes dirigen sus insultos, pero no más. Muy poco debate, muchas menos propuestas y, eso sí, hartísimo fanatismo. 


Sostengo, enfáticamente, que el problema no es que Petróleos Mexicanos opere, o no, con capital extranjero, siempre y cuando se fomente y respete un histórico y profundo legado de autonomía. Si así fuera, el problema es secundario, no de gestión, pues el desempleo será inminente. Los energéticos han sido, principalmente el petróleo, la primer fuente de ingresos del país y de generación de empleos. El desarrollo técnico para el fomento de la industria energética ha sido el contrapeso de cada una de las crisis; en cada balanza de pagos de cada sexenio. 


Afirmar que el petróleo nos pertenece es una cosa muy vulgar pero, irremediablemente, debe ser la administración pública quien se encargue de su extracción, refinamiento, almacenamiento y distribución, pues la delegación de funciones de mantenimiento y análisis de riesgos a prestamistas de servicio privados conduce al incremento de accidentes, así como la venta de combustibles por concesionarios particulares producirá fugas altísimas de capital. Ahora bien, la inyección de capital privado extranjero para solventar cualquiera de las etapas anteriores a la venta de energéticos, como su extracción o refinación, no solamente desestabilizará los mecanismos de recuperación de gastos de inversión local sino que, y es lo menos rentable, se suspenderá la reinversión en otros rubros, no necesariamente directos, como en materia educativa o generación de empleos en la función pública. 


Por eso, salir a defender al petróleo en Twitter, con tweets groseros, es inútil. ¿Para qué quieren los fanáticos que el Estado conserve la administración del petróleo, y alejar la inversión privada, si las ganancias van a las agencias de autos deportivos italianos en Miami?, ¿verdad don Romero Deschamps? Si PEMEX conserva su autonomía y opera con capital del erario, o privado, funcionará de una manera justa y transparente. Su defensa a gritos y en Twitter no sirve para nada, tienen el derecho de expresarse sus defensores pero eso no significa que sean leídos o que promuevan un cambio de planes. El petróleo es únicamente eso, un recurso que en pocos años se agotará; si el gobierno local no encuentra la manera de que el petróleo mexicano siga siendo rentable y produzca solvencia económica para el país, no solo de reinversión, tendrá que deshacerse de él, completamente, ya que entonces su papel interventor y regulador habrá llegado a su fin. 


La cosa es que el gobierno tampoco quiere vender PEMEX, no hay una sola mercancía en el país que genere más ganancias que el petróleo. Señala el Secretario de Hacienda, don Luis Videgaray, que es necesaria la apertura de Petróleos Mexicanos; estos señores han puesto una venta de garaje en el jardín, un espacio que sí es de todos, para que el mejor postor invierta su dinero. ¿Con qué derecho? No están promoviendo la venta de fracciones, la inelasticidad económica de los combustibles, debido a su demanda, no les permite vender la paraestatal y deshacerse de ella o perderla parcialmente; están convocando, a través de avisos oportunos como si de masajistas se tratara, al mejor inversionista que cubrirá la sobredemanda de producción en alguna etapa particular del proceso previo a la distribución de energéticos. Debido al bajo desarrollo técnico, lo más seguro es que busquen empresas que se encarguen de la exploración de mantos profundos. 


Sí, es caro mantener PEMEX pero también es sano mantenerlo operando productivamente. No importa, insisto, que opere, o no, con capital extranjero, pero si los beneficios que el aprovechamiento de recursos nacionales van a generar ganancias fuera del país, a algún oligarca español por ejemplo, por la incapacidad del Estado mexicano de establecer y solidificar, democráticamente, el funcionamiento de sus paraestatales, mejor que venda todo. 


Vuelvo a insistir, no es un problema de gestión sino, primordialmente, social. El debate sigue y sigue. ¿Tiene el Estado la capacidad de subsidiar el consumo de energéticos? Las tarifas, debido a la falta de competencia, son altas y supeditadas al volumen de exportación de crudo y costos de extracción, así las cosas, ya no tiene fondos para seguir subsidiando. ¿Pagaremos menos cantidad de dinero por litro de combustible si a PEMEX le meten las manos? No. ¿Generará la privatización parcial desempleo? Sí. ¿Qué harán cuando el petróleo se agote? Comprar gasolina a otro país. Por eso, si PEMEX no es vendida en su totalidad o, por el contrario, el gobierno mexicano no se pone los pantalones y asume el control de la administración pública de su empresa, cueste lo que cueste, la privatización parcial y una política de regulación con capital extranjero invertido, no servirá de nada.

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