martes, 3 de diciembre de 2013

AMLO y lo que vendrá.

@Serxiuxo

A nuestros lectores, a todos ellos.

Antes que otras cosas, y luego de algunas de ellas, este, su Librero de confianza, se declara libremente apartidista; pues, su redacción no comulga con ningún partido político.

Lo que cada miembro de esta editorial vacilante piense sobre algún tópico político se modula e imparcializa, ya que Librero somos todos los que participamos en él, y todos, afortunadamente, pensamos diferente.

Sin embargo, vamos a externar un opinión sobre un tema que ha estado en los titulares de todos los medios de prensa del país esta tarde, la salud de López Obrador.

Osvaldo Fernández Orozco, dirigente del PRI de Michoacán, ha dicho que AMLO debe morir por el bien del país; sin duda, un comentario muy desafortuando.

Y es que, caray, no es lo mismo pendejear a nuestros políticos por, digamos, pendejos, a desear que un líder político muera, porque aunque cada uno de nosotros comulgue, o no, con las ideas de AMLO, él es un líder para las izquierdas formales y un ápice para la filiación del resto de ellas, como lo es Lozano para la derecha, Monreal para la izquierda institucional, o el mismo Peña Nieto para el PRI y el resto del país, aunque no haya aprendido bien Geografia de México

Por ello, y para abrir el debate a los que gusten, citaremos un tweet del sensato columnista de La Jornada, Julio Hernández, El Astillero.

"Negarse a analizar escenarios y alternativas equivaldría a aceptar una visión caudillista a pesar de riesgos evidentes".

Tan ridícula es la aferrada postura de inmortalizar al líder más popular de las izquierdas, de todas ellas, como la de desearle un mal estado de salud. Por el bien de esas izquierdas, su hijo, Andrés Manuel López Beltran, deberá tomar las riendas de los próximas actividades de Morena, porque así es el juego, este, de la política partidista de fracciones electorales en el país.

A AMLO, entonces, lo necesitan sano sus seguidores, aunque deberán entender que, si su ausencia se posterga, Morena no es él, y viceversa, sino un proyecto que no está en manos de un líder. También sus detractores, pues las oposiciónes políticas, de caulquier lado del escenario, se alimentan de esa compleja simbiósis antagónica, distante pero visible, de la vúlgar y viceral lucha por el control del poder político, y sus instrumentos, esos.

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